Resumen tras los tres mundos
A finales de octubre, nuestra serie de seminarios de 3 partes «los 3 mundos» con la Hampeq (sanadora) Vilma Pinedo Sánchez de Perú tuvo lugar en varios lugares para conectar con los espíritus del Ukhu Pacha (mundo inferior), los antepasados del Kay Pacha (mundo medio) y los espíritus del Hanaq Pacha (mundo superior).
En la región de Núremberg, tuvimos la oportunidad de celebrar nuestras ceremonias en cuevas. Una inmersión profunda en la oscuridad permitía viajar con los espíritus del inframundo.
Cerca de Múnich, celebramos el Día de Todos los Santos con nuestros antepasados, compartimos una comida con ellos y celebramos la vida juntos, a este y al otro lado del telón. También visitamos dos manantiales a los que se atribuyen poderes curativos desde hace siglos. Vilma y el abad de un monasterio se encontraron por casualidad en una de las fuentes. Inmediatamente reconoció que era de Perú. Al verle, Vilma dijo en voz baja a uno de los participantes: «Quiero abrazarle».
El abad se acercó a ella y mantuvieron una breve y cordial conversación. Y hubo un abrazo de despedida igualmente cálido.
Para establecer una conexión con el Hanaq Pacha, el mundo superior, viajamos a las montañas de Austria. El cielo está tan cerca allí, ¡un abridor de corazones! Aquí también, cada participante entró en un profundo proceso y conexión con el mundo espiritual.
Vilma llama nuestra atención sobre nuestras propias semillas. Cada ser vivo tiene su propia semilla, que alberga su propio potencial, sus talentos. Hay que desarrollarlas. Cada ser vivo tiene su propio tiempo, su propio ritmo.
Dos semanas después, siento que mi semilla sigue tomando forma, que crece, que mi camino se aclara. La ley del Ayni (reciprocidad: equilibrio de dar y recibir) humedece esta semilla con el néctar al igual que el mundo espiritual. Cuando confío en mi semilla y me permito crecer, experimento Kausay Puri: la energía universal que permite vivir la vida con facilidad.
Muchas gracias a Vilma, a los ayudantes espirituales, a la Pachamama, a Francisco y al grupo. Formamos una familia, también conocida como Ayllu. Sin la dinámica del Ayllu, un proceso como éste no sería posible.